viernes, 3 de febrero de 2017

“En la escuela yo era el niño del que todos se burlaban”



Bernardo Neumann tiene 63 años y es un artista internacional. Para saber más sobre su trayectoria se puede recurrir a Internet, donde la enciclopedia Wikipedia y otros medios cuentan los alcances de su obra. Sin embargo, muy pocos saben que este hombre sencillo y carácter amable, ha sufrido bullying durante toda su infancia y juventud. Hoy, recuerda esas anécdotas con tristeza, pero también la valora como capítulos que le han enseñado, y recomienda a los niños y jóvenes que sufren lo mismo, a “valorarse por lo que son realmente y no por lo que los demás dicen, y a tener fe”. En su oficina de la facultad, lejos de sus cuadros y de ámbito habitual de entrevistas, Bernardo nos recibió con la cordialidad que lo caracteriza para hablar de lo que lo lastimó, y que a la vez lo hizo fuerte. 
 


- ¿Cómo te gustaría auto definirte para iniciar la charla?
- “Yo provengo de chacra y es allí donde me crié y me educaron. Soy feliz y agradecido de todo lo que mis padres me dieron. Mi vida fue muy dura, pero hice propio el lema que dice: no importa la cuna, se puede. ¿Se pueden imaginar lo que sentí yo la primera vez que fui invitado a exponer en Francia, se imaginan ustedes la emoción que sentí? Es estar ahí y recordar de dónde provengo, y sentir un gran agradecimiento por los que hicieron mis padres por mí.”




- ¿Observás que ha cambiado la sociedad de tu juventud con relación a la de ahora?
- “Ha cambiado muchísimo, principalmente en los valores. Antes se premiaba al esfuerzo, hoy se premia al que no hace nada. Hoy se premia al militante como si fuese alguien importante sin priorizar la capacidad laboral, la preparación o el compromiso institucional o social, todo eso ha cambiado.”

- ¿Te preocupan los jóvenes en este contexto que describís?
- “Cuando veo a los jóvenes, veo el resultado de todo esto, del no te preocupés, de la ley del menor esfuerzo que prima en la Argentina, o que le enseñen en las escuelas a los chicos cómo tocar un redoblante o cómo hacer malabares porque eso el día de mañana puede ser una salida laboral. Con todo esto, no me extraña en absoluto la sociedad que estamos teniendo, ya que ese modelo de sociedad de trabajo y sacrificio que teníamos se ha perdido. En la chacra aprendí que los chanchos y las gallinas no saben de domingo ni de huelgas, ellos te exigen trabajar todos los días, y esa filosofía la aplico hoy a mi trabajo con el arte. Muchos elogian mi gran producción de cuadros, sin embargo solamente es fruto del trabajo de todos los días, porque no me ha sido fácil, principalmente no me ha sido fácil por no querer enfilarme detrás de una militancia que me prometía hacerme el trabajo más liviano. Pero me negué a eso, y no me ha sido fácil, ni me será fácil mis últimos días porque me voy a jubilar con lo básica. Sin embargo, si yo hubiese sido un militante, estaría en la posición de otras personas que no tienen ninguna preparación, pero que fueron premiados en la última década porque hicieron lo que era más importante hacer, que es militar en política, y no capacitarse. Pero por suerte, mis padres me enseñaron a trabajar y eso es lo que pienso hacer hasta el último de mis días. Esa es la realidad detrás del personaje artista que todos ven, ¿vos querías una entrevista con el personaje, o con la persona detrás del personaje?” (Risas)


- ¿Cómo fueron tus inicios en el arte?
- “Yo empecé a los 7 años en la escuela 343 de colonia San Alberto de Puerto Rico, cuando el director de la escuela hizo la presentación de una obra de teatro en el galpón de tabaco de mi abuelo. El telón de fondo de esa obra estaba pintado de tal forma que era para mí mágico. De un lado era una chacra, un paisaje rural que para mí era conocido con animales y lagunas, y del otro urbano una ciudad; eso iluminado con un petromax tapado parcialmente dejando solamente una abertura, con papeles celofán de distintos colores, yo después de ver eso no dormí, no pude dormir. Al otro día le pregunté al maestro cómo se pudo hacer eso, a lo que me respondió que solamente se podía lograr dibujando y pintando todos los días. Y así empecé.”  


- ¿Cómo fue tu infancia y tu juventud? No fuiste un chico muy popular.
- “No, para nada, siempre la pasé muy mal, para resumir te cuento que en el grado si había que pegar a alguien, siempre me pegaban a mí.”

- ¿Seguramente en ese tiempo no se conocía el concepto, pero se puede decir que sufriste bullying?
- “Si, porque a mí siempre me costó mucho socializar y compartir, porque era hijo único y soy una persona muy tímida. Si había que buscar a alguien de quién burlarse, me buscaban a mí. Una vez un compañero me agarró y me metió en un hormiguero y no me soltó hasta que las hormigas le empezaron a picar a él, para eso te podés imaginar cómo estaba yo, bueno, eso era normal de todos los días.”

- ¿En la secundaria eso cambió?
- “No, todo siguió igual, siempre fui objeto de burla, principalmente de las mujeres que hacían comentarios del tipo: che, si querés hacer un papelón invitalo a salir a Neumann. Y yo tenía las mismas ganas que cualquier chico de esa edad. No sabía bailar, cosa que era muy importante en esa época. En el deporte siempre fui pésimo, hasta hoy, pero soy muy entusiasta, aunque no lograba más que ser el objeto de burla de todos. Recuerdo que el profesor Pierotti nos citaba a las 7 de la mañana en el club y yo ya estaba presente quince minutos antes para entrar en calor y ver si me podía integrar a algún equipo. Lógicamente, elegían a todos y quedaba yo que me iba para el último equipo porque los anteriores preferían tener uno menos y no tenerme en el equipo. Además yo calzo 46, imagínate que en esa época no se conseguía zapatillas fácilmente, en la década del 70 la Ruta 12 era camino de tierra y no cualquiera podía venir a Posadas a comprar zapatillas, y yo hacía basquet o futbol con alpargata, que es lo que podía comprar. Me decían Rusia, primer importador de granos. O ganso, porque venía de la chacra y era un animal. Recordar todo eso todavía me pone muy mal, y recuerdo que yo lloraba y me alejaba de todos; pero por otro lado todo eso me acercó al arte. Pero ahora siento que la vida me da revancha, porque muchas de esas mujeres que se burlaban de mí, ahora me buscan, y esos que eran brillantes deportistas, ahora son unos obesos que se pueden ni mover, mientras yo con toda mi dificultad sigo practicante deportes, voy último, lógico, pero voy.” Risas. 

- ¿Tuviste compañeros que te ayudaron o que te entendían?
- “Sí, tuve varios, pero uno de los que mejor recuerdo es Tito Seewald, a quién le debo mucho porque siempre fue incondicional conmigo. Él era el grandote, que era bueno en los deportes y en el estudio, él era como el ídolo, nadie le cargaba a él, no tenía los problemas que yo tenía y él me ayudaba. Otros también, tengo algunos recuerdos de algunos que fueron muy buenos compañeros.”

- ¿En la universidad eso cambió?
- “Cuando vine a la universidad, con una precariedad total, alquilábamos una casa entre 14 estudiantes. Yo pintaba carteles y hacía vidrieras y con eso subsistía. Una profesora, recuerdo que pedía muchos materiales muy costosos y yo no los podía comprar. Hasta que un día me dijo: ´por qué no dejás la carrera Neumann, el arte no es para vos, no es tu camino, no te podés comprar los materiales aparte no tenés creatividad. Volvete a la chacra, allá podés tener un futuro`. Hasta hoy lo recuerdo con dolor. En ese momento abandoné la carrera por dos semanas, hasta que vino a buscarme otra profesora, de nombre Alba Guillén, y ella me insistió para que vuelva. Se ocupó de hacer una vaquita entre varios profesores y todos los meses me daban dinero para los materiales. Y volví a la facultad gracias a eso.”


- ¿Qué te gustaría decirle a los niños y jóvenes que sufren acoso o burlas?
- “Lo que yo les puedo decir a los chicos es que en primer lugar estén convencidos de quiénes son, porque lo que pueden decir de uno es una cosa de lo que uno es. Puede ser muy fácil decirlo, pero muy difícil realzarlo, a mí me ha costado mucho llanto y mucho aislamiento. Y lo otro es tener fe, cosa que hoy es para ser objeto de burla entre los jóvenes, pero tener fe en Dios, es lo que te puede sacar adelante en esas situaciones tan difíciles. La vida es eso, saber quién sos, esforzarte al máximo, no dejarte avasallar y tener fe en sí mismo y en Dios.”

- ¿Siempre elegiste con mucho cuidado tus amigos, eso sigue siendo así?
- “Sí, yo no puedo estar con gente que no me deja nada, que quieren hablar de cosas superficiales. Y esos amigos que tengo también me han apuntalado en más de una ocasión. Como una vez que estaba muy desanimado por una situación de pareja cuando se había terminado una relación que para mí era importante, y un compañero de bicicleta, que sería el que menos yo podría esperar una palabra de aliento, se enteró que yo venía mal y vino a mi lado y me habló porque yo iba último, como es lógico; y vino a mi lado y me preguntó: `¿vos creer en Dios?´ Sí, le digo. `¿Y cuántas veces rezaste pidiéndole a Dios que te libre del mal y ahora que te liberó vos estás llorando? Dejá de quejarte y ponete las pilas´. Nunca me esperé de ese amigo una palabra de esa naturaleza, pero me ayudó a entender lo que estaba viviendo. Tengo muchas anécdotas con amigos que son muy lindas.”




- ¿Qué significó para vos la llegada de tu hermano?
- “Fue una cosa fantástica, yo tenía 15 años y verla a mi mamá embarazada grande y trabajando en la chacra, lo recuerdo muy bien. Verlo crecer, acompañarlo en los deportes porque fue un excelente deportista, todo eso fue de gran satisfacción para mí.”

- ¿Te considerás una persona exitosa?
- “No, para nada, al contrario, me incomoda mucho los elogios, disfruto del cariño de la gente y estoy agradecido, pero no me suma en nada creerme, si de acá tengo que ir a mi casa a mi vida normal. No me suma en nada creermela.”


- ¿Crees que todos esos sufrimientos ayudaron a que seas lo que sos hoy?
- “Yo creo que si, creo que todo ha servido no como obstáculo sino como potencial para hacer el Bernardo de hoy. Por eso la pobreza no puede ser nunca sinónimo de delincuencia, porque yo vengo de una pobreza extrema y hoy estoy muy interesado en llevar el arte a los zonas más pobres y carentes, a esos chicos más humildes, a esos chicos me interesa llevar el arte porque yo era así, en ellos me veo y si no hubiese sido por ese teatro que hizo mi maestro cuando tenía siete años que no me dejó dormir de tanto que asombró, yo no sé lo que hubiese sido de mí. Eso a mí me motivó, y yo voy a buscar a esos chicos, porque ahí puede haber un genio.”




Por Sergio López


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