Bernardo
Neumann tiene 63 años y es un artista internacional. Para saber más sobre su
trayectoria se puede recurrir a Internet, donde la enciclopedia Wikipedia y
otros medios cuentan los alcances de su obra. Sin embargo, muy pocos saben que
este hombre sencillo y carácter amable, ha sufrido bullying durante toda su
infancia y juventud. Hoy, recuerda esas anécdotas con tristeza, pero también la
valora como capítulos que le han enseñado, y recomienda a los niños y jóvenes
que sufren lo mismo, a “valorarse por lo que son realmente y no por lo que los
demás dicen, y a tener fe”. En su oficina de la facultad, lejos de sus cuadros
y de ámbito habitual de entrevistas, Bernardo nos recibió con la cordialidad
que lo caracteriza para hablar de lo que lo lastimó, y que a la vez lo hizo
fuerte.
- ¿Cómo te gustaría auto definirte para iniciar la charla?
- “Yo provengo de chacra y es allí
donde me crié y me educaron. Soy feliz y agradecido de todo lo que mis padres
me dieron. Mi vida fue muy dura, pero hice propio el lema que dice: no importa
la cuna, se puede. ¿Se pueden imaginar lo que sentí yo la primera vez que fui
invitado a exponer en Francia, se imaginan ustedes la emoción que sentí? Es
estar ahí y recordar de dónde provengo, y sentir un gran agradecimiento por los
que hicieron mis padres por mí.”
- ¿Observás que ha cambiado la sociedad de tu juventud con relación a la
de ahora?
- “Ha cambiado muchísimo, principalmente en los valores. Antes se
premiaba al esfuerzo, hoy se premia al que no hace nada. Hoy se premia al
militante como si fuese alguien importante sin priorizar la capacidad laboral,
la preparación o el compromiso institucional o social, todo eso ha cambiado.”
- ¿Te preocupan los jóvenes en este contexto que describís?
- “Cuando veo a los jóvenes, veo el resultado de
todo esto, del no te preocupés, de la ley del menor esfuerzo que prima en la Argentina, o que le
enseñen en las escuelas a los chicos cómo tocar un redoblante o cómo hacer
malabares porque eso el día de mañana puede ser una salida laboral. Con todo
esto, no me extraña en absoluto la sociedad que estamos teniendo, ya que ese
modelo de sociedad de trabajo y sacrificio que teníamos se ha perdido. En la
chacra aprendí que los chanchos y las gallinas no saben de domingo ni de
huelgas, ellos te exigen trabajar todos los días, y esa filosofía la aplico hoy
a mi trabajo con el arte. Muchos elogian mi gran producción de cuadros, sin
embargo solamente es fruto del trabajo de todos los días, porque no me ha sido
fácil, principalmente no me ha sido fácil por no querer enfilarme detrás de una
militancia que me prometía hacerme el trabajo más liviano. Pero me negué a eso,
y no me ha sido fácil, ni me será fácil mis últimos días porque me voy a
jubilar con lo básica. Sin embargo, si yo hubiese sido un militante, estaría en
la posición de otras personas que no tienen ninguna preparación, pero que
fueron premiados en la última década porque hicieron lo que era más importante
hacer, que es militar en política, y no capacitarse. Pero por suerte, mis
padres me enseñaron a trabajar y eso es lo que pienso hacer hasta el último de
mis días. Esa es la realidad detrás del personaje artista que todos ven, ¿vos
querías una entrevista con el personaje, o con la persona detrás del personaje?”
(Risas)
- ¿Cómo fueron tus inicios en el arte?
- “Yo empecé a los 7 años en la escuela 343 de colonia San Alberto de
Puerto Rico, cuando el director de la escuela hizo la presentación de una obra
de teatro en el galpón de tabaco de mi abuelo. El telón de fondo de esa obra
estaba pintado de tal forma que era para mí mágico. De un lado era una chacra,
un paisaje rural que para mí era conocido con animales y lagunas, y del otro
urbano una ciudad; eso iluminado con un petromax tapado parcialmente dejando
solamente una abertura, con papeles celofán de distintos colores, yo después de
ver eso no dormí, no pude dormir. Al otro día le pregunté al maestro cómo se
pudo hacer eso, a lo que me respondió que solamente se podía lograr dibujando y
pintando todos los días. Y así empecé.”
- ¿Cómo fue tu infancia y tu juventud? No fuiste un chico muy popular.
- “No, para nada, siempre la pasé muy mal, para resumir te cuento que en
el grado si había que pegar a alguien, siempre me pegaban a mí.”
- ¿Seguramente en ese tiempo no se conocía el concepto, pero se puede
decir que sufriste bullying?
- “Si, porque a mí siempre me costó mucho socializar y compartir, porque
era hijo único y soy una persona muy tímida. Si había que buscar a alguien de
quién burlarse, me buscaban a mí. Una vez un compañero me agarró y me metió en
un hormiguero y no me soltó hasta que las hormigas le empezaron a picar a él,
para eso te podés imaginar cómo estaba yo, bueno, eso era normal de todos los
días.”
- ¿En la secundaria eso cambió?
- “No, todo siguió igual, siempre fui objeto de burla, principalmente de
las mujeres que hacían comentarios del tipo: che, si querés hacer un papelón
invitalo a salir a Neumann. Y yo tenía las mismas ganas que cualquier chico de
esa edad. No sabía bailar, cosa que era muy importante en esa época. En el
deporte siempre fui pésimo, hasta hoy, pero soy muy entusiasta, aunque no
lograba más que ser el objeto de burla de todos. Recuerdo que el profesor
Pierotti nos citaba a las 7 de la mañana en el club y yo ya estaba presente quince
minutos antes para entrar en calor y ver si me podía integrar a algún equipo.
Lógicamente, elegían a todos y quedaba yo que me iba para el último equipo
porque los anteriores preferían tener uno menos y no tenerme en el equipo. Además
yo calzo 46, imagínate que en esa época no se conseguía zapatillas fácilmente,
en la década del 70 la Ruta
12 era camino de tierra y no cualquiera podía venir a Posadas a comprar
zapatillas, y yo hacía basquet o futbol con alpargata, que es lo que podía
comprar. Me decían Rusia, primer importador de granos. O ganso, porque venía de
la chacra y era un animal. Recordar todo eso todavía me pone muy mal, y
recuerdo que yo lloraba y me alejaba de todos; pero por otro lado todo eso me
acercó al arte. Pero ahora siento que la vida me da revancha, porque muchas de
esas mujeres que se burlaban de mí, ahora me buscan, y esos que eran brillantes
deportistas, ahora son unos obesos que se pueden ni mover, mientras yo con toda
mi dificultad sigo practicante deportes, voy último, lógico, pero voy.” Risas.
- ¿Tuviste compañeros que te ayudaron o que te entendían?
- “Sí, tuve varios, pero uno de los que mejor recuerdo es Tito Seewald, a
quién le debo mucho porque siempre fue incondicional conmigo. Él era el
grandote, que era bueno en los deportes y en el estudio, él era como el ídolo,
nadie le cargaba a él, no tenía los problemas que yo tenía y él me ayudaba.
Otros también, tengo algunos recuerdos de algunos que fueron muy buenos
compañeros.”
- ¿En la universidad eso cambió?
- “Cuando vine a la universidad, con una precariedad total, alquilábamos
una casa entre 14 estudiantes. Yo pintaba carteles y hacía vidrieras y con eso
subsistía. Una profesora, recuerdo que pedía muchos materiales muy costosos y
yo no los podía comprar. Hasta que un día me dijo: ´por qué no dejás la carrera
Neumann, el arte no es para vos, no es tu camino, no te podés comprar los
materiales aparte no tenés creatividad. Volvete a la chacra, allá podés tener
un futuro`. Hasta hoy lo recuerdo con dolor. En ese momento abandoné la carrera
por dos semanas, hasta que vino a buscarme otra profesora, de nombre Alba
Guillén, y ella me insistió para que vuelva. Se ocupó de hacer una vaquita
entre varios profesores y todos los meses me daban dinero para los materiales.
Y volví a la facultad gracias a eso.”
- ¿Qué te gustaría decirle a los niños y jóvenes que sufren acoso o
burlas?
- “Lo que yo les puedo decir a los chicos es que en primer lugar estén
convencidos de quiénes son, porque lo que pueden decir de uno es una cosa de lo
que uno es. Puede ser muy fácil decirlo, pero muy difícil realzarlo, a mí me ha
costado mucho llanto y mucho aislamiento. Y lo otro es tener fe, cosa que hoy
es para ser objeto de burla entre los jóvenes, pero tener fe en Dios, es lo que
te puede sacar adelante en esas situaciones tan difíciles. La vida es eso,
saber quién sos, esforzarte al máximo, no dejarte avasallar y tener fe en sí
mismo y en Dios.”
- ¿Siempre elegiste con mucho cuidado tus amigos, eso sigue siendo así?
- “Sí, yo no puedo estar con gente que no me deja nada, que quieren
hablar de cosas superficiales. Y esos amigos que tengo también me han
apuntalado en más de una ocasión. Como una vez que estaba muy desanimado por
una situación de pareja cuando se había terminado una relación que para mí era
importante, y un compañero de bicicleta, que sería el que menos yo podría
esperar una palabra de aliento, se enteró que yo venía mal y vino a mi lado y
me habló porque yo iba último, como es lógico; y vino a mi lado y me preguntó: `¿vos
creer en Dios?´ Sí, le digo. `¿Y cuántas veces rezaste pidiéndole a Dios que te
libre del mal y ahora que te liberó vos estás llorando? Dejá de quejarte y
ponete las pilas´. Nunca me esperé de ese amigo una palabra de esa naturaleza,
pero me ayudó a entender lo que estaba viviendo. Tengo muchas anécdotas con
amigos que son muy lindas.”
- ¿Qué significó para vos la llegada de tu hermano?
- “Fue una cosa fantástica, yo tenía 15 años y verla a mi mamá embarazada
grande y trabajando en la chacra, lo recuerdo muy bien. Verlo crecer,
acompañarlo en los deportes porque fue un excelente deportista, todo eso fue de
gran satisfacción para mí.”
- ¿Te considerás una persona exitosa?
- “No, para nada, al contrario, me incomoda mucho los elogios, disfruto
del cariño de la gente y estoy agradecido, pero no me suma en nada creerme, si
de acá tengo que ir a mi casa a mi vida normal. No me suma en nada creermela.”
- ¿Crees que todos esos sufrimientos ayudaron a que seas lo que sos hoy?
- “Yo creo que si, creo que todo ha servido no como obstáculo sino como
potencial para hacer el Bernardo de hoy. Por eso la pobreza no puede ser nunca
sinónimo de delincuencia, porque yo vengo de una pobreza extrema y hoy estoy
muy interesado en llevar el arte a los zonas más pobres y carentes, a esos
chicos más humildes, a esos chicos me interesa llevar el arte porque yo era
así, en ellos me veo y si no hubiese sido por ese teatro que hizo mi maestro
cuando tenía siete años que no me dejó dormir de tanto que asombró, yo no sé lo
que hubiese sido de mí. Eso a mí me motivó, y yo voy a buscar a esos chicos,
porque ahí puede haber un genio.”
Por Sergio López
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