Puede parecer insólito, pero lo que muchos
municipios quisieran tener y no pueden, Puerto Rico lo tiene y no lo usa: todas
las instalaciones para un camping municipal a la vera del río Paraná en medio
de un paraíso natural.
El Parque Ecoturístico Municipal fue
concebido allá por el año 2009, en el marco de la creación del Parque Natural
Municipal de 300 hectáreas, más conocido como Monte Seguín, apellido de los
antiguos propietarios del terreno que es considerado un regalo de historia, por
mantenerse en su estado autóctono hasta la actualidad.
Con la creación del Parque, desde el
gobierno municipal también se pensó en un espacio público destinado a la
recreación, por lo que se construyó con ayuda del gobierno provincial un
camping tomando una porción de terreno del Monte, en la vera del Río Paraná con
un paisaje de privilegio.
El predio cuenta con dos piletas, quinchos,
área de deportes, senderos para caminata por el monte, cantina, enfermería,
tres cabañas, e instalaciones completas de luz y agua. Sin embargo, en el
tiempo de gestión que le quedó al ex intendente José Dieminger no lo pudo poner
en funcionamiento, y tampoco lo hizo la actual administración municipal, en
manos del intendente Federico Neis desde el año 2011.
Si bien durante varios veranos intentaron
entregarlo en concesión, nunca hubo interesados. Ocurre que el lugar queda
alejado del casco urbano, a unos 3,5 kilómetros, y el camino terrado no siempre
está en buenas condiciones, cosa que si sumamos a la falta de difusión de un
lugar nuevo y el monto que se debía abonar mensualmente al municipio, desanimó
a los pocos interesados que había y finalmente el lugar volvió a quedar sin
uso.
En la actualidad, la Municipalidad puso un
cuidador que se ocupa de mantener bajo el pasto y brindar algo de seguridad a
las instalaciones. Pero en las puertas de un nuevo verano, vuelve a la llamar
la atención que estas maravillosas instalaciones que pertenecen a la comunidad,
sigan sin ningún tipo de utilidad. Más si consideramos que no abundan los
espacios de recreación en la zona, y menos públicos.
Mientras los emprendimientos privados
cobran fortunas en concepto de entrada, haciendo imposible el acceso a familias
humildes, este espacio sigue abandonado, cuando podría ser una buena
alternativa para toda la comunidad en los intensos y largos veranos misioneros.
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