sábado, 11 de febrero de 2017

El adiós a un icono de Puerto Rico

Muy poco podemos agregar que no se sepa ya sobre el incendio que sufrió esta semana el Club 90; un pub bailable con un sector  al aire libre para el bar y los conciertos musicales en vivo; y uno interno bailable, que es la zona que sufrió el incendio.
Foto Julio Stang
En general, la mayoría de la gente que se expresó con tristeza por la pérdida, se refirió a que era uno de los pocos lugares de esparcimiento para los jóvenes; pero algunos también se lamentaron por las pérdidas de las fuentes laborales de los que trabajaban en el lugar.
Cinthia Magalí, una joven que solía frecuentar el Club 90 esto dijo a EL PERIODICO: “desde que prohibieron el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública los jóvenes ya no teníamos ningún lugar para compartir con amigos y familiares; el 90 era el único; era entre semana organizarse para el sábado ir al 90 sí o sí viste. La verdad que es una tristeza que un lugar que es lo único que lo mantiene a Puerto Rico con vida le haya ocurrido eso”, opinó.
Con este siniestro, no solamente se perdió uno de los pocos lugares de esparcimiento con los que contaba la comunidad, sentimiento que se vio reflejado en las redes sociales por parte de muchos jóvenes; sino que también se perdió un patrimonio cultural histórico de gran significado.
Si bien las generaciones presentes relacionan el lugar con un boliche, la realidad es que esa casa de estilo antigua colonial, restaurada en los últimos años, albergó innumerables expresiones culturales y artísticas de la localidad desde hace muchas décadas.
Fiesta de Carnaval cuando en el lugar funcionaba el Club Victoria en los años 40.
FOTO: Revista SOMOS.
Allí funcionó desde los años 40 el popular Club Social y Deportivo Victoria, una de las primeras instituciones de la localidad que no tuvo sus propias instalaciones sino hasta varias décadas después. En su salón se organizaban todas las fiestas populares como los tradicionales bailes de carnaval, las tertulias, las fiestas y los eventos deportivos en una cancha de fútbol que existía en el terreno lindante.
Luego, con el correr de los años en el lugar funcionaron distintos emprendimientos, desde comerciales como la Distribuidora Heuer, educativos como la Escuela Taller Provincial de Títeres; y en los últimos años, boliches como La Cueva y el Club 90.
También se organizaron eventos como AlterArte, nucleando en varios días la expresión artística de muchos jóvenes.
La pérdida del 90, es en realidad, la pérdida de un gran iceberg cultural donde el 90 era solamente la punta visible del real significado histórico que llevaba a cuestas esa casona antigua. Fue en realidad, el adiós a un icono de Puerto Rico, una pérdida irrecuperable.


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