Muy poco podemos agregar que no se sepa ya
sobre el incendio que sufrió esta semana el Club 90; un pub bailable con un
sector al aire libre para el bar y los
conciertos musicales en vivo; y uno interno bailable, que es la zona que sufrió
el incendio.
Foto Julio Stang |
En general, la mayoría de la gente que se
expresó con tristeza por la pérdida, se refirió a que era uno de los pocos
lugares de esparcimiento para los jóvenes; pero algunos también se lamentaron
por las pérdidas de las fuentes laborales de los que trabajaban en el lugar.
Cinthia Magalí, una joven que solía frecuentar
el Club 90 esto dijo a EL PERIODICO: “desde que prohibieron el consumo de
bebidas alcohólicas en la vía pública los jóvenes ya no teníamos ningún lugar
para compartir con amigos y familiares; el 90 era el único; era entre semana
organizarse para el sábado ir al 90 sí o sí viste. La verdad que es una
tristeza que un lugar que es lo único que lo mantiene a Puerto Rico con vida le
haya ocurrido eso”, opinó.
Con este siniestro, no solamente se perdió uno
de los pocos lugares de esparcimiento con los que contaba la comunidad,
sentimiento que se vio reflejado en las redes sociales por parte de muchos
jóvenes; sino que también se perdió un patrimonio cultural histórico de gran
significado.
Si bien las generaciones presentes relacionan
el lugar con un boliche, la realidad es que esa casa de estilo antigua
colonial, restaurada en los últimos años, albergó innumerables expresiones
culturales y artísticas de la localidad desde hace muchas décadas.
Fiesta de Carnaval cuando en el lugar funcionaba el Club Victoria en los años 40. FOTO: Revista SOMOS. |
Allí funcionó desde los años 40 el popular
Club Social y Deportivo Victoria, una de las primeras instituciones de la
localidad que no tuvo sus propias instalaciones sino hasta varias décadas
después. En su salón se organizaban todas las fiestas populares como los
tradicionales bailes de carnaval, las tertulias, las fiestas y los eventos
deportivos en una cancha de fútbol que existía en el terreno lindante.
Luego, con el correr de los años en el lugar
funcionaron distintos emprendimientos, desde comerciales como la Distribuidora
Heuer, educativos como la Escuela Taller Provincial de Títeres; y en los
últimos años, boliches como La Cueva y el Club 90.
También se organizaron eventos como AlterArte,
nucleando en varios días la expresión artística de muchos jóvenes.
La pérdida del 90, es en realidad, la pérdida
de un gran iceberg cultural donde el 90 era solamente la punta visible del real
significado histórico que llevaba a cuestas esa casona antigua. Fue en
realidad, el adiós a un icono de Puerto Rico, una pérdida irrecuperable.
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