Al respecto, esto contó el joven: “al principio fue un aprendizaje y una incertidumbre porque era una etapa de integración mutua, además yo no estaba acostumbrado a los perros, eso me costó un poco; al igual que en la calle con las personas, eso no fue fácil por la falta de información que había pero toda esa fue de transición, ahora en este último tiempo ya todo fue fluyendo y mucho más fácil para todos”, contó.
Aluá, es un macho Golden
de tres años y medio que se ha convertido en los ojos de Agustín desde hace dos
años, y lo compaña a todas sus actividades como el gimnasio o a sus clases en
la facultad. Pero al principio no solamente para la familia fue un gran cambio,
sino que también la comunidad necesitó informarse para saber cómo ayudar y no
entorpecer el trabajo del perro cuando se encuentra guiando a su dueño. Para
eso la propia familia se ocupó de realizar distintas campañas de
concientización que dieron muy buen resultado.
En términos generales,
tanto para Agustín como para Aluá, la familia y la comunidad, estos dos años
han sido positivos y todo lo que se presentó como dificultad durante el primer
año, ya en el segundo se pudo superar.
Sobre lo que más le costó,
esto contó el joven: “creo que una de las cosas que más me costó fue el poder
acceder con él a todas partes, porque muchas personas no sabían que el perro
guía está capacitado y habilitado por ley para poder entrar a cualquier parte
con su amo. Una vez no me dejaron entrar a una heladería, y otra vez no me
querían dejar subir con el perro a un colectivo, pero les expliqué y las
personas entendieron; estas fueron como experiencias negativas, pero eso es lo
máximo, otra cosa no”, contó.
El perro fue entrenado en
un 80% por la Brigada de Canes, el resto de la tarea le tocó a la familia que
lo recibió, tarea que al parecer desarrollaron muy bien, pues los compañeros le
dieron una saludable evolución a su vida juntos.
Sobre los aspectos en los que mejoró su calidad de vida con la presencia de Aluá, esto dijo: “mi vida mejoró notablemente porque el perro me facilita todo, me agiliza totalmente todas las actividades que realizo, me da seguridad y me protege. Con él sin dudas que mejoró mi calidad de vida y me ayudó a tener más paciencia porque al estar todo el día con él me hizo crecer en todos los sentidos”, expresó.
En cuanto a su relación
con el perro, esto contó: “él está conmigo siempre, desde que me levanto hasta
que me acuesto, yo le doy agua, le doy de comer, jugamos, salimos, duerme en mi
habitación, tenemos un vínculo emocional muy fuerte, nos necesitamos
mutuamente”, detalló.
Sobre el futuro, esto
expresó: “a mí me gustaría poder terminar mis estudios y que él pueda seguir
conmigo, Aluá me dio mucho y deseo que esta relación pueda continuar y que en el
futuro podamos seguir estando juntos” dijo.
Finalmente Agustín quiso
agradecer: “tengo que agradecer a todas las personas que me acompañaron como mi
familia y mis amigos, a mis vecinos que aprenden conmigo, que no solamente
miran sino que se preocupan en aprender para esto funcione, gracias a todos”;
finalizó.
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