Quienes gustamos de la política y le seguimos teniendo fe y
confianza solemos tener nuestros propios diagnósticos y análisis, pero a pocos
días de las PASO, desde mi punto de vista, el silencio de expectativa popular
es desconcertante.
Tal vez en las estrategias electorales se podría observar
algunas tendencias de las encuestas que manejan los equipos técnicos de los
candidatos, pero hasta eso es desconcertante.
Candidatos que al principio de la campaña no se animaban a
criticar duramente al gobierno nacional ahora lo hacen, eso nos puede estar
diciendo algo. Y si bien nada puede ser más desconcertante que la estrategia de
campaña de los dos partidos gobernantes, nacional y provincial, eso también nos
puede estar dando una señal y un mensaje que debemos interpretar.
La gente ya no habla del cambio y ya nadie lo espera, cuando
hasta hace poco más de medio año la expectativa pesaba más que cualquier cosa
en la Argentina, hoy de ese entusiasmo del “primer semestre” y después el
segundo ya no queda nada.
Vino el presidente y apenas llenó un pequeño estadio en
Posadas, no había más policías cuidando el perímetro que gente adentro, pero el
número no estaba lejos.
Por otro lado, a la misma hora apenas un puñado de gente se
juntaba en la Plaza 9 de Julio para supuestamente protestar en contra de las políticas
del presidente, sí, unas pocas, tal vez unas 200. Cuando las críticas que se
escuchan en los sectores populares son realmente muchas, sin embargo, no había
miles de personas en la plaza.
Lo interesante es que en Misiones, todos menos los
candidatos de Cambiemos, se muestran como opositores al gobierno nacional y lo
critican despiadadamente, y esta puede ser una de las principales señales de cuál
podría ser el resultado electoral del domingo, ya que aunque su conducta no
respalde sus palabras, la ley de demagogia les impone un discurso sumiso a los
resultados de encuesta.
Mi expectativa para el domingo es de sorpresa, porque la
gente es dueña de su voto y aunque abraza a todos y se saca fotos con todos, vota
como quiere y como siente, y eso puede ser terriblemente sorprendente, como el
resultado de la ecuación expectativa más decepción.
Sergio López
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