jueves, 13 de diciembre de 2018

Apostar a la producción local

PUERTO RICO. A pesar de las dificultades naturales que conlleva el cultivo de sandía, cada vez son más los productores que aprovechan sus ventajas comerciales. Si bien en esta época del año se disfrutan y las vemos por todos lados a cada vez mejor precio, son más de tres meses de arduo trabajo para lograr un buen producto.

El ingeniero Mariano Azula, además del ejercicio de la profesión y el comercio, se dedica hace unos siete años a asesorar a los productores de sandía, tanto de la zona del Departamento San Martín, como de la Ruta 7.
“En nuestra zona de Puerto Rico, Garuhape, Capiovi, estamos hablando de pequeños productores que siembran 3 o 4 hectáreas cada uno, en tanto los productores de la Ruta 7 siembran más de 100 hectáreas en total”, contó Azula.
Muchos productores aprovechan las ventajas que otorga de sandía de generar dinero en pocos meses, por lo que cada vez son más los que diversifican sus chacras y la introducen entre otros cultivos como mandioca, zapallo, pepino, etcétera.
“Si bien es verdad que es una variedad que le genera dinero rápido al productor, también es cierto que no es un trabajo fácil, desde la siembra hasta la cosecha son unos 100 días en los que se tiene que cuidar la planta, dependiendo del clima aplicar distintos productos, atender el ataque de plagas, insectos, enfermedades que puedan dañar y perjudicar la producción. Es un trabajo complicado y costoso”, explicó.
Sobre los costos, el ingeniero dijo que es uno de los obstáculos más complejos: “Si se logra una buena producción, con buen clima y dedicación se puede lograr más de 2000 frutas por hectárea, pero los costos que tiene el productor son altos ya que todo está en dólares, desde las semillas hasta los productos, así que representa una fuerte inversión para el que quiere producir, pero si sale bien, es una fruta que da buena rentabilidad porque este año se vendieron las primeras tantas a $250 cada una”, dijo.
Normalmente la sandía que se vende en la provincia a principio de temporada es de producción local, pero luego ingresan las de Corrientes y Brasil compitiendo fuertemente con los colonos de la zona.
En cuanto al mercado, Azula dijo que si bien es un producto atractivo y cada vez más lo producen, están muy cerca de superar la demanda.
“Si la producción sigue creciendo vamos a tener que organizarnos para sacar la producción a vender a otras provincias porque se va a saturar el mercado y dejará de ser rentable para los colonos, pero eso es pensando a futuro, es un tema a evaluar”, explicó.
Otra de las realidades de los últimos años que se aplica a las demandas del mercado, tiene que ver con las preferencias de los consumidores. Antes los productores optaban entre las variedades “Jubilee” (larga y rayada) y la “Crimson Sweet” (redonda grande), que son variedades de sandía de más de 20 kilos.
Ahora la gente prefiere una más pequeña, que quepa bien en la heladera y que sea más económica. Por eso la preferida ahora es la variedad “Bárbara”, una fruta de no más de 12 o 14 kilos que se puede manipular más fácilmente. Más adaptada al mercado pero más cara para producir.
PRIMERA EDICIÓN visitó a Fabio Graef, un productor de colonia San Alberto, en Puerto Rico, que este año apostó por primera vez a la sandía.
“Por ser el primer año tengo que decir que es una experiencia muy positiva, estamos a la vez aprendiendo mucho de errores cometidos, de temas que uno debe atender con mucho cuidado como el estado de la tierra, el clima, las plagas”, contó.
Graef es otro productor que diversifica su chacra, sembrando a la vez sandía y mandioca. Pero no se puede comparar uno con el otro, empezando por los altos costos que representa sembrar Sandía en comparación con la mandioca que casi no tiene costo. Sin embargo, se complementan, porque la mandioca ayuda a darle a la sandía la sombra que necesita.
“Entre los principales desafíos está el costo, desde las semillas que no son baratas, después los productores que le tenés que aplicar para que salga un buen producto y que sea competitivo, y finalmente, el desafío de controlar los insectos, y todo tiene un alto costo para sacar un buen producto”, contó Graef.
La sandía es un disfrute imperdible en esta época del año y si el clima acompaña, las siembras tardías nos darán frutas frescas de la zona hasta la mitad de enero, pero los aspectos que destacan los que conocen la actividad son alertas a tener en cuenta si se quiere proteger la producción local a futuro.

Sergio López para PRIMERA EDICIÓN

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